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conclusiones

Abrazando el concepto de transversalidad, con este trabajo he conseguido abarcar conceptos vigentes en cualquier tiempo pasado, presente o futuro; habitar el presente no es siempre una tarea fácil, factores socioeconómicos, territoriales y ambientales dificultan en muchos momentos la evolución positiva de esta necesidad tan básica de los seres humanos, habitar. Y al respecto oscila todo este trabajo que podría reflejar una falsa impresión de banalidad ya que se trata del estudio de un edificio en apariencia decadente, hasta que te das cuenta de quan importante es observar el pasado y estudiar el presente para construir un futuro mejor, en quan importantes son aquellas visiones de unos pocos que quedaron marginadas por no poder ser concebidas en la sociedad del momento pero que ahora podrían representar la solución a muchos problemas actuales, de quan importante es reconcebir el término habitar y hasta donde, literal y figuradamente hablando, este llega.

Me interesa irremediablemente la arquitectura pero sobre todo me interesa las formas de habitar y como cada ser humano cuenta con unas necesidad únicas. Este interés irrefrenable acaba más que a menudo en plantearme una pregunta clave: ¿es la vivienda quién se adapta al hombre?  O por el contrario ¿es el hombre quien se adapta a la vivienda? Siendo la primera opción la más socorrida de forma instintiva, si reflexionamos, en el tiempo en el que vivimos de crisis sociales, económicas y sanitarias, sueldos mínimos e índices de natalidad negativos, la opción más común es la segunda y quizás ya va siendo hora que nos lo creamos y empezamos a adaptarnos a esta situación.

Más de 4.000 millones de personas viven actualmente en ciudades, un 54% de la población mundial, y este número crece día a día, pero la capacidad de las metrópolis no sigue el mismo proceso, los límites físicos resultan difícilmente ampliables en muchos casos y aparentemente la única solución para resolver la necesidad de espacio es crecer hacia arriba. Por cuestiones técnicas, económicas y de salubridad este último también acaba resultando un límite por lo que yo propongo que la única solución real es crecer hacia dentro. Crecer hacia dentro en cuanto a reducir el espacio de vivienda sustituyendo de forma necesaria el arraigado concepto de "a más espacio, más confort" por "mejor espacio, más confort" reduciendo así el espacio disponible al espacio realmente necesario bien distribuido mediante mobiliario versátil que nos permita aprovechar al máximo las posibilidades de cada cm2 del que disponemos. Los espacios multifuncionales con mobiliario versátil son, en mi opinión, el único futuro posible para que la vida en las metrópolis siga satisfaciendo nuestras necesidades.

Al terminar el presente estudio resuelvo más que nunca que por su sugestiva fecha de construcción, su aspecto futurista y el acopio de las características que hemos comentado anteriormente a cada una de sus unidades habitacionales La Nakagin Capsule Tower del arquitecto Metabolista japonés Kisho Kurokawa resulta un ejemplo más que satisfactorio y casi imprescindible para hablar de todo lo que rodea al concepto de vivienda mínima.

Cada parte del edificio estuvo concebido bajo unos conceptos muy simples pero estrictos, las bases del movimiento Metabolista, de cuya corriente nuestra torre es casi el único ejemplo construido; brutalismo sincero en la materialidad, tecnología puntera y agregación de elementos como líneas a seguir. Todo ello concentrado en un edificio manifiesto, mucho más pequeño que en la idea original de Kurokawa pero con materiales punteros considerando que nos encontramos en los inicios de 1970 y tecnología de construcción prefabricada con montaje en el lugar, hecho que resultó realmente complejo. Los proyectos Metabolistas eran proyectos de ciudad, de grandes dimensiones donde la interconectividad y la caducidad de los materiales estaban implícitos en aquellas megaestructuras, contrariamente, el edificio de Kurokawa tenía unas dimensiones mínimas donde tuvo que concentrar todas sus ideas para un mundo únicamente visto en distopías como la del libro Un mundo feliz de Aldous Huxley. La torre Nakagin resultó en el primer diseño arquitectónico en cápsula de la historia que pondría las bases para una futura arquitectura sostenible y del reciclaje.

El diseño de 140 cápsulas de 8 tipologías que presentaban pequeñas pero relevantes diferencias entre ellas supuso un choque social y solución al creciente problema que comenzaba a surgir en la ciudad de Tokio y que posteriormente, se extendería por todo el globo. El problema, la limitación de espacio en las ciudades que en el caso que nos atañe se manifestaba en trabajadores que no se podían permitir una residencia en la ciudad donde trabajaban y desplazarse diariamente hasta su vivienda resultaba en una pérdida de tiempo y de dinero por el que adquirían una propiedad realmente pequeña para pasar las horas de sueño. La propuesta funcionó y aún funciona hoy en día con una veintena de residentes ocasionales y el mismo número de residentes premanentes y todos ellos defienden la practicidad de las viviendas y cómo, hoy por hoy, no desearían vivir en ningún otro lugar. Sin embargo, la caducidad de los materiales que estructuran la cápsula se hizo presente pasados ​​20 años de su construcción y,, como el arquitecto había predicho, las cápsulas se tenían que sustituir pero esto no se hizo en ningún caso resultando en una situación de creciente decadencia que llevó al edificio a un estado lamentable. Una propuesta interesante y bien llevada a término pero demasiado idealista en términos económicos y sociales, nadie quería gastarse más dinero en reemplazar su cápsula por un precio 3 veces superior a su coste original. Es inevitable preguntarse si fue este planteamiento caduco el que sentenció la propuesta. Personalmente creo que la responsabilidad es compartida entre este planteamiento finito, la falta de conocimiento y experiencia con las nuevas tecnologías que se aplicaron a la construcción del edificio y la prisa por aplicar los conceptos creados para una ciudad a un elemento mucho más concreto y, depende de cómo se mire, complejo.

La condensación de toda una vivienda en 10 metros cuadrados resultaría compleja para cualquiera que se lo planteara pero el arquitecto consigue una versatilidad en todos los elementos que componen el habitáculo que hace que éste no resulte nada claustrofóbico si no acogedor y adaptable sin necesidad de prescindir de ningún elemento que responda a una necesidad básica de una vivienda. Baño completo, refrigerador (e incluso congelador), equipo calefactor, escritorio, cama doble y armarios de sobra amueblan la pequeña vivienda e incluso dejan espacio para la creatividad en el centro de ésta. Kurokawa creó un habitáculo que aunaba los requerimientos del ser humano con las teorías Metabolistas en 2,3 x 3,8 x 2,1 metros. La estructura, conceptualmente simple, resulta eficiente en la práctica, fijada al núcleo rígido de manera que resulta difícil concebir un accidente en este sentido, en cambio, la materialidad de las cápsulas aumentan este factor de riesgo exponencialmente, materiales de dudosa calidad que se han ido desprendiendo a lo largo de los años e instalaciones que deberían haber sido sustituidas pero desgraciadamente sólo se han tapado los parches como se ha podido.

La estructura modulable es un tema que requiere de por sí un comentario aparte ya que personalmente considero que es uno de los factores diferenciadores del edificio, es funcional y constructivamente práctico, es decir, es eficaz a la hora que eficiente. Las últimas décadas, todo el movimiento de los contenedores parece que se haya apropiado de este concepto como propio pero aquí tenemos un claro ejemplo de que esto no solo no es cierto sino que la modularidad, quizás más bien pensada y sin duda mejor aplicada ya la pusieron en práctica los Metabolista en la década de los 70 en Japón.

La realidad presente del edificio nos devuelve a tierra mostrándonos obligadamente, como si de la mítica escena de "la naranja mecánica" se tratara, la decrépita situación de la torre en la actualidad y su lóbrego futuro si el gobierno de la ciudad no decide protegerla. En cualquier caso, la torre finalmente habrá cumplido los deseos del movimiento que la creó; si es conservada las cápsulas deberán ser sustituidas, de lo contrario, su destrucción demostrará con hechos que la teoría Metabolista de que todo tiene un inicio pero también un final.

El hecho de coger la Torre de Cápsulas Nakagin como caso de estudio vertebrador no desmerece la gran cantidad de otros ejemplos de arquitecturas mínimas donde cada una ha aportado algún rasgo único al concepto de vivienda mínima, así sea el minimalismo suficiente de Jo Nagasaki, la capacidad de ser transportado del prototipo buBBle o el replanteo del concepto espacio servidor y espacio servido de los franceses Yves Lion y François Leclerq. Todos estos ejemplos más o menos contemporáneos van construyendo una red que representará los fundamentos de una nueva corriente en la que creo firmemente como esperanza para un futuro mejor, la corriente de la vivienda mínima.

Terminando ya, no quería dejar de considerar el factor que me hizo decantarme por este tema de estudio, la vigencia del tema del espacio disponible en la vivienda en la actualidad. Ya antes de la situación presente causada la pandemia del Covidien-19 la vivienda mínima repercutía en la sociedad en cuanto a vivienda social ofrecida por los ayuntamientos con el objetivo de paliar las desigualdades económicas en los sectores más pobres de la sociedad . Sin embargo, ahora más que nunca, la cuestión del espacio disponible dentro de la vivienda nos ha hecho replantearnos como sociedad la importancia del número más importante en la escritura de una casa, pero en este caso, incluso a mí me ha hecho cuestionarme seriamente la validez de mi ponencia, el vigor de todo lo que he estado defendiendo a lo largo de las últimas 84 páginas. ¿Sigue vigente la convicción de que los metros cuadrados de una vivienda son mucho menos relevantes de lo que creemos? Pues efectivamente sí, en primer lugar porqué la vivienda mínima correctamente distribuida y diseñada no cierra posibilidades ni reduce funciones, lo único que reduce son metros cubicos de aire, ciertamente muy importantes en este momento pero parcialmente remediables teniendo salidas o ventanas. En segundo lugar, reitero mi posición debido a que la situación actual es (esperamos y deseamos) pasajera y en unos meses, cuando todo esto haya terminado, los seres humanos podremos volver a vivir en una normalidad relativamente similar a la anterior donde el carácter mediterráneo, que se nutre del tiempo de ocio en el exterior, podrá ver una nueva primavera.

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