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Como ya he comentado, la torre Nakagin configura un caso consistente y ejemplificador de la arquitectura mínima, pero ejemplos relevantes, al menos, a nivel teròric, existen en todo el mundo. A continuación os mostraré algunos que considero que han marcado un antes y un después dentro de su particular categoría y que, a su vez, podrían considerarse símbolos de la evolución de la vivienda mínima, desde 1950 hasta la actualidad .

anexos: Otros casos destacables de formas de habitar mínimas

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1.          Airstream Motorhomes - Wally Byam i  Hawley bowlus - 1955

La caravana supone la modernización de las tiendas y carros de las antiguas poblaciones nómadas, el origen de la arquitectura mínima, condensa todos los usos domésticos esenciales en una carcasa ligera y fácilmente transportable. Conjuga de la forma más equilibrada posible, las dos propiedades que la caracterizan: habitabilidad y movilidad.

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2.          Total Furnishing Unit – Cesare Joe Colombo – 1970

Microambiente integrado o máquinas para vivir, como llamaba el autor a sus diseños de unidades donde el mobiliario tradicional se ve sustituido por estructuras que buscan los principios básicos de flexibilidad y multifuncionalidad: diseñó varias células que conjuntamente podrían conformar una vivienda completa, baño, dormitorio, cocina y sala de estar.

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3.          Domus Demain – Yves Lion y François Leclerq – 1984

Mediante la movilización de las instalaciones y servicios tradicionalmente ubicados en los núcleos interiores del edificio al exterior los arquitectos crean una "Banda activa" otorgándole a un elemento tradicionalmente divisorio o estructural como el muro nuevas funciones. El objetivo: liberar el máximo espacio central posible para distribuir de forma secundaria el resto de espacios.

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4.          Alojamiento para chica nómada – Toyo Ito – 1985

La intención del arquitecto era la creación de un nuevo prototipo de forma de habitar en la dinámica ciudad de Tokio, el desplazamiento de la casa hacia el objeto; una envolvente translúcida donde el mobiliario, transitorio, sin sensación de textura o existencia se apropia del protagonismo de la propuesta hasta constituir ellos mismos la arquitectura.

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5.          Casa en una maleta – Flores i Prats – 1996

El proyecto investiga el espacio mínimo imprescindible para nuestras actividades diarias, el mobiliario se transforma según nuestra necesidad, así un espacio único como es una sala de 9 m x 3m x 3m varía de tamaño y uso a lo largo del día. Los paquetes albergan multitud de usos ocultos y fragmentan el gran espacio único en espacios más reducidos a escala humana.

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6.          Prototipo buBble – MMASA + Cipriano Chas – 2009

Se trata de un mecanismo de vivienda autónoma, nómada y flexible, que permite a sus ocupantes dar respuesta a soluciones de temporalidad diversa. Un kit básico para estancias de máximo dos días y varios kits accesorios que complementarán las necesidades para estancias prolongadas siempre y cuando la privacidad no sea una prioridad.

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7.          PACO – Jo Nagasaka – 2009

Un cubo de 3 m x 3 m x 3 m con tapadera practicable a un determinado ángulo, un punto intermedio entre arquitectura y mobiliario. Constituido como la arquitectura más pequeña donde una persona puede llegar a vivir es capaz de satisfacer todas las necesidades que un único ocupante puede requerir en cada momento del día.

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8.          Barcode room – Studio_01 – 2014

En este espacio meramente conceptual, los muebles son los muros y los muros constituyen el mobiliario, trasladables fácilmente de un lado a otro permiten una completa personalización del espacio al usuario. La disposición de elementos funcionales como elementos móviles permite aumentar mucho el área habitable del espacio.

anexos: Vivienda mínima en situaciones de emergencia

A lo largo de la historia la vivienda de dimensiones reducidas se ha asociado directamente a las clases pobres de la sociedad: (menos espacio habitable disponible = menos poder adquisitivo) Esta era la ecuación que todo ser humano llevaba impresa en su interior hasta mediados del siglo pasado, cuando, como hemos visto anteriormente, empezaron a surgir movimientos defensores de la calidad espacial frente a la cantidad de metros disponibles. Sin embargo, en las últimas décadas la sociedad ha dado un paso adelante en cuanto a esta concepción y a la vez una vuelta de 180º al concepto de vivienda mínima que ya no responde tanto a una disponibilidad económica si no a la disponibilidad espacial de la ubicación donde se quiera residir y al tipo de residente que en ella habite, disponibilidad y disposición a dedicar tiempo a la vivienda, a su limpieza y mantenimiento. El estilo de vida de la sociedad urbana ha cambiado mucho en los últimos 50 años, antes la mujer se quedaba en casa y su principal función era cuidar de ésta y de los miembros menores de la familia. Ahora, casi todo el mundo trabaja, ya sea desde el domicilio o una oficina externa pero sea cual sea la disponibilidad de tiempo disponible se ha visto muy reducida y a la vez, lógicamente, enfocada hacia otras prioridades como es el ocio, mucho más necesario en esta nueva sociedad y muy a menudo realizado fuera del domicilio. Todos estos factores han hecho que la clase media se decante hacia una vivienda que cumpla las necesidades y que no requiera un extra de tiempo a dedicar en su mantenimiento.

¿Porque me he referido anteriormente a que la sociedad ha dado una vuelta de 180º y no de 360º? Porque a la vez que el cambio social ha dado un nuevo sentido radicalmente diferente a la forma de habitar, la sociedad sigue sufriendo de situaciones extremas donde la vivienda mínima puede suponer el único método de salvación para un sector de la población y otras veces, una cuerda alrededor del cuello. La casuística es infinita pero la realidad de hoy en día mucho más limitada.

Por un lado encontramos aquellas situaciones donde la vivienda social (aquella que las instituciones ponen a disposición de la sociedad a precios realmente asequibles para facilitar que la parte de la población que no cuenta con los recursos para poder acceder a una vivienda digna no tenga que vivir en la calle), ubicada en ciudades densamente demandadas, se ve obligada a reducir su superficie a lo imprescindible y a menudo ocurre que la falta de recursos económicos resulta en una falta de creatividad e inventiva sin las cuales la vivienda mínima se convierte en una simple vivienda demasiado pequeña para ser habitada. Aún así, como derecho mínimo, cualquier vivienda constituye un bien a la sociedad y así mismo, estas viviendas tanto mínimas como insuficientes representan un techo bajo el que cobijarse, unas paredes protectoras de los elementos y un suelo seco sobre el que dormir.

Por otro lado, y como representante de una situación que hasta no hace tanto habriamos calificado de casuística improbable, encontramos aquella situación en la que todos, cualquiera que sea nuestra clase social o el tamaño de nuestra vivienda habitual, hemos vivido en nuestras propias carnes en los últimos tres meses de cierre obligado, tres meses donde la pelea diaria ha sido quién va a comprar el pan, donde cada metro cuadrado de la vivienda constituía un metro cuadrado más de aire que respirar y donde la simple presencia de los miembros tu propia familia ha llegado a colapsarte. Esta es la situación de confinamiento obligado debido al estado de alarma por COVID-19. En estas condiciones, cualquier vivienda se queda pequeña pero, ¿que pasa con aquellos a quienes ya no sólo su vivienda cuenta con unas dimensiones reducidas si no que el espacio del que disponen dentro de esta resulta realmente minúsculo?

La vivienda mínima en tiempos de Covid-19: Arquitectos de cabecera

En esta última línea, el grupo Arquitectos de Cabecera han realizado un recopilatorio realmente interesante de imágenes, dibujos, sketches, y percepciones de todo tipo sin ningún tipo de limitación sobre la personal forma de vivir esta especial situación de cada persona que ha querido participar. El resultado es una amalgama de sentimientos, impresiones e informaciones que te saturan a la vez que te absorben, acabas escuchando situaciones, oliendo sentimientos y tocando emociones mediante la particular forma expresiva de cada individuo. Cada uno con su personal manera de VER la situación, cada uno con su particular manera de VIVIR la situación, cada uno con su particular manera de SENTIR la situación, cada uno tiene su particular manera de EXPRESAR la situación ...

Y es gracias a este recopilatorio que, si existe alguien en este mundo que haya podido huir del confinamiento y no haya tenido el "privilegio" de experimentarlo, se podrá hacer una idea muy clara de lo que puede sentir un ser humano encerrado en un reducido número de metros cuadrados durante un extenso periodo de tiempo.

Aunque yo misma haya escrito a estas alturas más de 14.000 palabras en defensa de la vivienda mínima, hay que reconocer que en una situación como la que hemos vivido y sea cual sea la configuración funcional de la vivienda, los metros cuadrados es el único factor que acaba pareciendo importante, sobre todo si no eres el único ocupante de tu residencia ya que estos configuran todo tu espacio vital disponible diaria, semanal y mensualmente.

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La vivienda mínima en tiempos de Covid-19: a solas ... Juntos

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El espacio ocupado limita, el espacio libre posibilita; si partiendo de esta premisa nos fijamos en todos y cada uno de los espacios de trabajo en los que hemos estado trabajando en la asignatura de teoría II durante los últimos tres meses observaremos que lo realmente importante, lo que evita caer en la monotonía son los espacios vacíos, aquellos huecos que son aire para nuestros pulmones, nos damos cuenta también que a veces los espacios más grandes no son los más disponibles, ni los más pequeños los más claustrofóbicos. Estos espacios libres son donde de verdad se vive; donde pondrás la esterilla si vas a hacer yoga, donde bailarás con tu pareja si te coge un arrebato, donde abrirás los regalos el día de Navidad, donde saltarás de alegría si te dan una noticia inesperada ... y estas pequeñas cosas que no forman parte de nuestra rutina son las que de verdad dan valor a la vida. Por lo tanto, el espacio vacío es tan o más digno de ser estudiado que el espacio ocupado.

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